GOODSTEN no es solo una cremería, nace de una experiencia de paisajes oníricos de otros mundos, como si se tratara de un planeta donde existe otra lógica. Paisajes desconocidos y fantásticos nos han remitido a piedras preciosas cuya superficie facetada nos inspiró para generar un sistema constructivo. Aquellas rocas que por dentro nos deslumbran con sus brillos y texturas acristaladas, como diamantes de otro planeta.
La alegoría de la “piedra preciosa” resultó impactando en decisiones creativas desde lo proyectual y lo constructivo, hasta en decisiones de branding/naming, incluso en los procesos de producción de los postres que se elaboran sobre placas de granito a temperaturas bajo cero.
Tradujimos esta idea en un sistema constructivo a través de un material que nos permitió moldear estas figuras facetadas, sin recaer en la literalidad de materiales pétreos. Buscábamos expresar una homogeneidad a través de una superficie continua de elementos que compongan una cascara diamantada, lográndolo mediante la repetición de tejuelas metálicas tratadas.
La propuesta es expresiva y a la vez sintética, es decir, propone un formalismo inquietante desde su silenciosa mono-materialidad. La construcción de un anexo en doble altura (que genera la verdadera espacialidad de la cremería) se adosa a la casa original logrando que ambos elementos convivan de manera respetuosa y armónica. La nueva estructura diamantada dialoga morfológicamente con los tejados inclinados típicos de un chalet del siglo XX.