La iluminación se erige como protagonista, dibujando siluetas que moldean la espacialidad de forma lineal pero también generando volúmenes dependiendo del espacio a iluminar. De esta forma la iluminación define en la versión nocturna los aspectos característicos de la propuesta.
La resignificación de la elegancia se despliega al incorporar elementos rústicos de la obra, que emergen transformados en objetos de lujo: iluminación colgante construida por ½ tubos metálicos, muros de acanalados galvanizados, ductos plásticos retroiluminados. Cada detalle revela un juego de contrastes, fusionando la aspereza y la delicadeza restableciendo las pautas de como concebir elegancia con recursos de económicos, pero además una elegancia efímera.
A través de un lenguaje lumínico fabril, se teje una comunicación regresiva, un diálogo temporal que nos sugiere su efímero destino. El tiempo este presente en sus materiales y además en su comunicación a través de una cuenta regresiva numérica conformada por tubos de luz controlados por un sistema DMX al igual que el general de la iluminación.
Cien, un ballet efímero que nos transporta en un viaje suspendido en el tiempo, dejándonos envolver por la magia de sus formas y la poesía de su existencia transitoria.