Partiendo de la idea de recrear el espíritu de almacén porteño tradicional pero evitando caer en la utilización de elementos cliché, trabajamos desde la materialidad de lo que para nosotros más representaba a estos almacenes: el cajón de frutas y verduras. Un elemento individual que desde su simplicidad y textura puede generar espacialidad tanto por adición como por sustracción.
El resultado intenta describir este espíritu el cual se constituyó mediante la abstracción de estos elementos. En definitiva, construir la decoración no decorar la construcción.
Habiendo participado en la génesis del proyecto desde la creación del concepto general de la marca, la búsqueda arquitectónica intenta en todo momento reflejar de manera integral la esencia del producto. Se parte de un concepto bien claro y ello permite estrechar la distancia entre la imagen y el branding con la arquitectura y el interiorismo.
La espacialidad y materialidad van en una misma dirección, queriendo expresar con contundencia la idea general de la obra: Un contenedor uni-material (pisos y paredes en baldosa calcárea gris grafito) se opone con una pieza volumétrica, también uni-material (el viejo cajón de verdulería) que corona el espacio y delimita
situaciones.